Los libros mágicos
Las propuestas de trabajar las emociones a través de los libros y los cuentos son, hoy por hoy, casi infinitas. Encontramos cantidad de editoriales, ilustradoras, escritores, editoras, lectores y lectoras que dedican su tiempo y sus horas a diseñar, escribir y aprender a enseñar a los más pequeños a descubrir y a gestionar sus emociones y las de los demás.
Hoy, este post no pretende enseñaros otra de las numerosas listas de maravillosos libros y aún más maravillosas ilustraciones que corren por las librerías, bibliotecas e internet. Hoy me gustaría hablaros de uno en concreto, de uno de los libros que más me ha gustado este año y que he utilizado en numerosas ocasiones para trabajar con los peques...¡y no tan peques!
Hace 7 años tuve la gran suerte de entrar a trabajar en una escuela pública de auxiliar de educación especial. Desde entonces, hago intervención dentro y fuera del aula ordinaria con personas con necesidades educativas especiales. Hago intervención en muchas aulas repartidas por los diferentes cursos, desde infantil hasta sexto de primaria, pero hay una clase a la que le tengo especial cariño, pues en ella he pasado la mayor parte de mi jornada laboral y en la que llevo entrando desde hace 7 años. Les conocí cuando tenían 4. Y ahora van a quinto de primaria. Los he visto crecer, evolucionar, perder sus miedos (adquirir otros), descubrirse, adivinarse, echarse de menos (y de más), ayudarse, comprenderse, cabrearse y caerse y caerse y aprender a levantarse. Les conozco mejor que nadie en ese centro y ellos a mi también. Verles evolucionar desde tan pequeños y con tanta intensidad como es el día a día de una aula, es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Y cuando descubrí este libro el año pasado, vi reflejadas a muchas de estas personitas, pues poco a poco han ido descubriendo que no siempre hay buenas vibraciones entre nosotros y que a veces vienen nubes negras de las personas que más queremos.
Te quiero (casi siempre), de Anna LLenas, es un libro ilustrado precioso que cuenta la historia de dos personas que se quieren mucho pero que a veces se cansan el uno del otro y necesitan distanciarse. Acaban aprendiendo que las diferencias existen y que cada una nos tenemos que adaptar un poco al otro para aprender a convivir.
El otro día escuché a una niña que decía que los amigos son la familia que escoges. No puedo estar más de acuerdo con ella (en realidad no es consciente hasta que punto tiene razón). Tanto en el aula como en la familia, considero que es vital aprender a relacionarse desde el cariño, el afecto y el respeto, pero la realidad es que somos todos humanos y tenemos nuestros defectos y nuestros malos momentos. Y eso es algo que hay que enseñar a gestionar, pues desde la escuela nos pasamos horas enseñando a estas personitas a resolver conflictos y a gestionar el choque emocional que tienen cuando un amigo o amiga les falla, les hace daño, les agobia o les hace llorar de rabia.
Personalmente, como ya he comentado anteriormente, considero que este es un muy buen libro para tener en casa. Primero porque tiene unas ilustraciones maravillosas, y segundo, porque os puede ayudar a gestionar ciertos momentos confusos que puedan tener vuestros hijos e hijas (¡e incluso vosotros mismos!).
Algunas pautas para trabajar el libro Te quiero (casi siempre)
¡Ojo! Estereotipos de género
Si bien esta historia nos permite trabajar conceptos y valores de gran importancia, sí que considero que cae en algunos estereotipos de género que deberían evitarse, como que Lolo es "fuerte y resistente" y Rita "ligera y delicada". De igual modo, considero que este tipo de discursos pueden sernos muy útiles para hacer reflexionar a los niños y niñas sobre los roles de género, la diversidad y cómo deben ser o no las personas.
La empatía y el respeto
Con esta lectura, podéis hablar con vuestros hijas e hijos sobre el respeto a la diversidad, sobre intentar tener empatía hacia sentimientos o situaciones ajenas y que son distintas a nosotros, sobre la convivencia y la flexibilidad y las diferencias de cada uno y de cada una.
Extrapolar las situaciones del libro a vuestra propia familia
Ya sabemos que no nos gusta todo de todo el mundo. O que de vez en cuando, aquello que no nos molesta de una persona, empieza a hacerlo. Ya sabemos que hay comportamientos de nuestras madres, padres, hermanos, tíos o abuelas que no acaban de gustarnos o que no acaban de encajar con nosotras en ciertos momentos. Pero ahí reside la grandeza del ser humano, el saber gestionar momentos complejos y comprender que pese a que hay cosas que no nos acaben de gustar de los demás, les queremos de todos modos.
Preguntad a vuestras hijas e hijos qué es lo que no les gusta o lo que les molesta. ¿Quedarse solos en casa? ¿Que no juguéis con ellos lo suficiente? ¿Que no acaban de encajar vuestro tono de voz cuando estáis cansados o tenéis un mal día? Hacer este tipo de reflexiones con ellos os ayudará a ayudarles a abrirse y a explicaros las cosas en vez de guardarlas en una cajita en un rincón de su corazoncito. Y sobretodo a empezar a comprender sus propias emociones y el contexto emocional que les rodea.
Extraopolar las situaciones del libro a los espacios sociales en los que se desenvuelven vuestras hijas e hijos
- ¿Porqué si Sandra me quiere tanto, hoy me ha dicho que no juego bien al futbol? Eso duele. Ella tampoco es una crack, pero siempre que jugamos nos lo pasamos súper bien. No me gusta que me diga que no juego bien al futbol, hay cosas que ella tampoco hace bien y yo no se lo digo.
¿Podría esta ser una conversación de un día normal con vuestros hijos e hijas? La sinceridad, a veces duele. Y más si viene de una amiga. Quizá eso que a veces no les molesta de una persona, llega un punto en que les duele. Hay que explicarles y hacerles reflexionar que muchas veces encontraremos comportamientos o maneras de ser y/o hacer que no les gustarán aún viniendo de sus amigos y amigas. Que es natural enfadarse y tener opiniones diferentes y es muy valiente entender y comprender el punto de vista de otra persona, siempre que no nos haga verdadero daño. Que las cosas buenas de un amigo prevalecen sobre las malas y que a veces hay que adaptarse y aprender a convivir pese a que haya cosas que no nos gustan del otro. Al fin y al cabo, ese problema se lo encontrarán durante todo el camino hacia su futuro.
Es imprescindible que jamás le quitemos valor a un problema de un niño, no sin antes hacerle entender el porqué. Hay actitudes, comportamientos e incluso manera de hablar que muchas veces no entienden, pues hay que tener en cuenta que el desarrollo emocional de un niño es largo y complejo; pero lo será más si no tiene a una persona adulta a su lado que le guíe cuando esté perdido.
Como síntesis, este libro permite sentirnos identificados con situaciones cotidianas en las que pueden molestarnos comportamientos de los demás aún cuando estas personas no lo pretenden. La empatía, la convivencia y el aceptar las diferencias del otro, son valores sociales con los que los niños y niñas tienen que crecer y familiarizarse, para asegurarse de que en un futuro sean mejores personas, y estoy segura de que lo serán.
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