El baúl de los disfraces

¿A qué niño o niña no le gusta ponerse una capa, pintarse o enfundarse en un disfraz? A parte de hacer volar su imaginación y estimular su creatividad, jugar a disfrazarse es algo muy importante durante los primeros años de vida del pequeño, ya que contribuye a su desarrollo integral y le permite conocer el mundo que le rodea e interactuar con él.

Tener en casa un baúl con disfraces, un espejo de pie y una maleta con pinturas y maquillaje, nos aportará recursos para que los pequeños se diviertan y aprendan a partes iguales.

                                    



Son muchas las ventajas pedagógicas que esta actividad puede aportarles y que podemos aprovechar, ya que a los pequeños les encanta imitar y representar el comportamiento de los demás (personajes, animales, y sobre todo a vosotras, familias) y, por ello, disfrazarse puede llegar a ser una de sus actividades favoritas.

A partir de los 3-4 años, los niños y niñas son mucho más conscientes de los roles que adquieren en un juego y disfrutan mucho más de estas experiencias. Jugar a disfrazarse está bastante ligado al juego simbólico, en el que niños y niñas imitan situaciones de la vida real, se ponen en la piel de los demás y pasan continuamente de lo existente a lo imaginario.

Beneficios de disfrazarse

Los disfraces desarrollan sus capacidades emocionales:

A través del juego con disfraces, los niños y niñas adquieren el rol de cualquier otra persona, imitando acciones y actitudes de los demás y experimentando con distintas personalidades dentro de un espacio seguro. Al meterse en los pies de la persona o personaje, ya sea imaginario o no, desarrollan la empatía, enfrentándose a un mundo con un punto de visa distinto al suyo.

Contribuyen al desarrollo de su imaginación:

Cuando se ponen un disfraz y se convierten en otra persona o personaje, construyen mundos de fantasía donde la creatividad juega un papel imprescindible, pues se inventan situaciones reales e imaginarias y actúan y se comunican en base a esos escenarios. 

También desarrollan sus capacidades sociales:

Haciéndose pasar por otras personas, los niños experimentan nuevas ideas y comportamientos. Pueden explorar los elementos de una nueva situación e identificar lo que les gusta y lo que no y decidir por qué camino seguir. Además, los niños y las niñas aprenden a encarar problemas y a buscar soluciones, gestionando las emociones de una manera natural y protegida, pues se encuentran en su zona de confort y en un ambiente de juego y libertad, espacio en el cual pueden poner a prueba sus capacidades sociales.

Contribuyen al descubrimiento de uno mismo:

El hecho de disfrazarse frente al espejo les ayuda a conocer su propio cuerpo e ir asentando su esquema corporal. El pequeño se observa, se viste, se pinta, se ata botones, aprende a hacer nudos, practica la motricidad fina y la coordinación de movimientos, acciones que ayudan a su desarrollo motriz, al desarrollo de su autonomía y al conocimiento de su cuerpo y sus posibilidades de acción.

¿Cómo enriquecer este aprendizaje?

Juega con ellos. Adéntrate en su mundo, disfruta de ese momento y ayúdale a aprender. Estimula las situaciones, ayúdale a inventar mundos y hazle preguntas que le permitan investigar y explorar otros escenarios y otras situaciones que fomenten el desarrollo de su capacidad socioemocional.

Que interactúe con su cuerpo. Una manera de fomentar su autopercepción y ayudarles a comprender las partes de su cuerpo es jugar con ellos a disfrazarnos, verbalizando dónde nos ponemos cada prenda. También podemos pedirles a ellos que nos disfracen y que nos expliquen dónde quieren que nos pongamos los accesorios y viceversa. 
Dale herramientas para desarrollar su imaginación. No solo tenemos que tener disfraces estipulados, de doctora o cocinero, de bombera o veterinario. Es importante que, para activar aún más su creatividad, incorporemos en nuestro baúl de disfraces materiales no estructurados, como telas de diferentes tamaños y estampados, pañuelos o cintas de distintos colores y texturas y objetos cotidianos como tapones de corcho o palos de madera de distintos que podrán utilizar como atrezzo. De esta manera, niñas y niños podrán imaginar, diseñar y elaborar sus propios disfraces, fomentando de esta manera la creatividad.

¡OJO! ¡El sexismo acecha!

Un aspecto importante de disfrazarse es el poder experimentar con distintos roles. Dentro de estos roles, inevitablemente encontramos los roles de género y rápidamente, empujadas por la cultura y la sociedad patriarcal en la que vivimos y en la que actualmente se desarrollan los niños y las niñas, caemos en los estereotipos de género. Los estereotipos de género hacen referencia a aquellas creencias arraigada fuertemente en nuestra sociedad que dictaminan cómo son, cómo deben ser y cómo deben comportarse los hombre y las mujeres. Un arquetipo de esto es el azul para niños y el rosa para niñas.

No olvidemos que niñas y niños están empezando a descubrir el mundo que les rodea y a interactuar con él a la vez que poco a poco van descubriéndose a ellos mismos y van construyendo su propia identidad como personas. Hemos comentado anteriormente, que a través de los disfraces, los niños y niñas se expresan, manifiestan emociones, vencen timideces y desarrollan la imaginación y la creatividad, pero debemos huir de los estereotipos de género y vehicular a las niñas y a los niños hacia la igualdad, aspecto vital para que crezcan en un futuro con las mismas oportunidades, que sepan respetar las diferencias y los gustos de cada persona, evitando actitudes discriminatorias u ofensivas. 

En relación a esto, os dejo un enlace de una campaña de juguetes no sexistas del Ayuntamiento de Madrid.


                      

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